miércoles, 23 de abril de 2008

Tintin en el Tibet

Bureaucrazy (fauna bruselense, fascículo 1)






"(...) Have you been approached by lobbyists for your report on lobbying?
Yes, definitely, I have been lobbied by lobbyists on lobbying. (...)" *

A. Stubb
Ministro de Asuntos Exteriores de Finlandia,
antiguo Portavoz de la Comisión sobre Grupos de Presión en el Parlamento europeo,
Foto: güebsait del susodicho.




*(Has sido abordado por grupos de presión durante la elaboración de tu informe sobre los grupos de presión?

Si, desde luego, he sido grupodepresioneado por grupos de presión acerca de los grupos de presión)

martes, 1 de abril de 2008

Queridos amigos Dr. Moderniowski y Natalia Stepanovna







"¿Leer? Sí, pero tumbado en la cama: un par de policíacas infumables. ¿Y mi espíritu? Supongo que en barbecho, que no le vendrá mal.

Cultivar el espíritu: ¿no le parece una metáfora bastante entretenida? Quizá entonces lo fundamental sea el abono, ¿no es verdad? Habría que echarle abundancia de estiércol, desperdicios, compost, deshechos y, en definitiva, apestosa mierda fertilizante: eso le dará más fuerza a nuestro suelo intelectual y moral. No todo va a ser leer a Aristóteles, también hay que perder la tarde con tebeos de Mortadelo y novelas del Oeste. Además, a mí me asusta un poco considerar mi espíritu como una unidad de producción agrícola, donde hay que sembrar, roturar y hacer crecer con gran esfuerzo hortalizas útiles, llenas de vitaminas, nutritivos tomates y honradísimas patatas, además de provechosos frutales y las inevitables y al parecer muy simples matas de habas.

Cultivamos el espíritu, de acuerdo. Y sin embargo, nada podrá evitar que la verdadera alegría, la que empaña los ojos, no nos la den los frutos de nuestro esfuerzo, sino esa flor silvestre que crece por su cuenta, sin cultivo, espontánea
e inesperada, la que aparece en la grieta de una piedra, en un arbusto o al pie de la tapia; esa flor inservible, sin fruto, sin valor, pero con un tono malva que no se olvida nunca; ese día festivo en el que por fin no hacemos nada útil: aquellas “verduras de las eras” que tanto conmovieron al poeta. "




(Rafael Reig)