lunes, 29 de noviembre de 2010

Hoola hop espacio temporal



-En la despensa tenemos una máquina del tiempo. Al lado de las butifarras y las conservas de acelgas, se encuentra el hoola hop que te transporta a otras épocas. Pasa a través del aro, quieres que te mande a la belle époque?

-Si, claro, pero... cómo me tengo que conmportar?

-Bueno, tienes que moverte así, y así... tose ligeramente, con aire tímido. Lo vas a hacer muy bien.


Foto: playa de Tánger, autor...? La belepok

martes, 9 de noviembre de 2010

La playa tenía forma de manzana



(2009)

Lo que te lleva a destruirte, a reinventarte,
en los más hondo de tus logaritmos, es tan endógeno, que hay que bucear durante días,
vidas,
para encontrarlo.


A veces.

En lo más íntimo de nosotros, llevamos lamentos de nuestros padres,
ilusiones de nuestros abuelos.


Nos cuesta creer,
saber,
que tenemos antepasados comunes con el chimpancé,
o el orangután.


Lo verdaderamente fascinante es que nuestros antepasados fueron peces, y si miramos más(r) adentro, un poco más abajo,
que descendemos de protozoos,
pero más allá aún,
de aminoácidos flotando sobre el agua de los oceanos.





Veo una pececilla prehistórica,
la llamaré Adama.


Un pececiño compañero,
Evo,
surgido de sus escamas,
nada y le hace carantoñas,
moviendo sus protop(i)ececitos:

"vamos a salir del agua".


"Vamos a ver qué pasa si montamos en aquello que sobresale,
allí al fondo".

No tenían la palabra. No les hacía falta todavía.

Si hubieran hablado, uno le habría dicho al otro:
"Adama, creo que el Mar es redondo. Si salimos a tierra firme, y la atravesamos, llegaremos de nuevo al mar.

A otros mares, más calientes, con mejor plancton".


Adama y Evo construyeron huesos más potentes (carabelas),
brazos para moverse por la arena (en la proa),
piernas para correr sobre las rocas (en la popa).


Al principio no creían en mares redondos.
Creían que el mar era plano, que terminaba en un desierto de arena,
donde aguardaba la asfixia, la muerte.

E pur, si muove.
Muóvete, le dijo Evo a Adama.
Muerde el anzuelo.
Descubre el nuevo mundo.

Y la pececilla Adama mordió la arena y vio la vida del ser humano.
De los dinosaurios.
Anfibios que se convertían en reptiles,
reptiles que se convertían en mamíferos,
mamíferos que se transformaban poquito a poco en otros mamíferos,
que morían en las trincheras de la Vendée, que se amaban en sótanos bajo las bombas,
bajo la metralla sobre lonas en camionetas.
Hombres abrigando a sus hijos para que las bacterias (los abuelos) no les pillen desprevenidos, mujeres que nutrían sus cuerpos gélidos con chocolate, pasta, pesto.
Asia Argento se depila el sexo,
fuma un paquete de cigarrillos, uno tras otro,
Gagarin flota sobre el espacio tiempo
Neil Amstrong pisa un satélite,
Mao Tsé Tung declara el gran salto adelante,
las cámaras de gas arrojan la muerte en estado gaseoso sobre los hombres,
John Lennon muere salpicado por balazos en estado sólido,
Fleming inventa la penicilina.

Todo esto y todo lo de más allá pasan un momento por las pupilas de aquel pez primigenio, mientras sale del agua.

La playa tenía forma de manzana.